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HISTORIAS DE RESILIENCIA: NELSON MANDELA




La semana pasada falleció uno de los líderes más importantes y respetados de nuestros tiempos: Nelson Mandela, Madiba, como le llamaban cariñosamente fue una figura reconocida no solo por su gran carisma y liderazgo, sino también por su capacidad para afrontar grandes adversidades a lo largo de su vida, es decir, su resiliencia personal.

Quizá la más conocida de las adversidades que tuvo que afrontar, fue la de pasar 27 años en prisión, por motivos políticos,  17 de ellos en Robben Island y los 10 restantes en diferentes prisiones,  pero sin que ello causará aparente mella en su ánimo pues se dice, que a pesar de estar recluido en condiciones precarias, en las ocasiones en las que se le permitía salir de su celda, él agradecía de buena gana a sus celadores y les bendecía.

Pero su rebelión en contra del Apartheid, que le valiera haber pasado una tercera parte de su vida en prisión, no fue la única adversidad que tuvo que afrontar: el divorcio de Winny, su esposa, se dice por infidelidad de ella, la muerte de sus hijos, uno de ellos por causas relacionadas al SIDA, de una de sus nietas, en la víspera de celebrarse los Juegos Olímpicos en Sudáfrica y como señala el Psiquiatra Jose Miguel Gómez, lejos de sufrir depresión, estrés postraumático, trastorno desadaptativo o cualquier otra alteración, consecuente y explicable, asume la presidencia de Sudáfrica, gobierna sin odio y sin resentimiento, sin corrupción, persecución o exclusión, lo cual le lleva a ser condecorado con el Premio Nobel de la Paz.

De qué manera personas como Nelson Mandela logran lo anterior, en comparación con otras que ante circunstancias menos amenazantes responden negativamente ante ellas viéndose inundados o rebasados por las mismas? La clave está en su capacidad para ser resilientes.

La resiliencia, cómo hemos dicho en todas las historias que te hemos compartido en este blog, no es de gente “extraordinaria”. Se trata de una cualidad innata que poseemos, pero que también podemos desarrollar en un momento determinado. Qué elementos serán necesarios para salir adelante y no dejarse invadir por como hemos señalado, por las circunstancias? Aquí te compartimos algunos de ellos:

1. Tener un propósito, un ideal. En el caso de Mandela, persiguió como ideales la libertad y la democracia, y fueron estos propósitos o ideales los que lo acompañaron a lo largo no solo de su tiempo en prisión, sino de su vida.

2. La confianza en sus capacidades, contar con un autoestima elevada. Recordemos que la autoestima surge no sólo del sentirse bien con uno mismo sino con hacer el bien (lo correcto). Mandela, como el mismo expresó lucharía contra la dominancia, indistintamente de su color.

3. El optimismo y la esperanza. Tener la capacidad de visualizar un futuro más alentador. Difícilmente hubiera soportado todos esos años en la cárcel, si no hubiera pensado que tendría un fin, pero además, que algún día saldría de ahí y que colaboraría en la reconstrucción de su propio país.

Tal como señaló Viktor Frankl a partir también de su reclusión en los campos de concentración nazi, y como hemos referido en este blog, todo podía quitársele excepto la última de sus libertades humanas:

4. El libre albedrío, la posibilidad de elegir. Mandela podía elegir lamentar su suerte y llenarse de odio respecto de quienes le habían encerrado, de su esposa, o de quienes asesinaron a su nieta, y sin embargo eligió, ser compasivo y perdonar.

Como hemos señalado, en diversos posts, la resiliencia no es solo volver al estado original, concepto utilizado en la Física, sino salir fortalecido de estas experiencias.

Mandela, demostró hasta los últimos momentos de su vida, en el hospital según los médicos, gran resiliencia, pues su condición era crítica pero estable. Tenía una larga historia de afecciones pulmonares, derivadas se dice, de la tuberculosis que contrajo mientras estuvo prisionero, y que sin embargo, no fue un impedimento para que alcanzara una avanzada edad (95 años) cuando falleció.

La diferencia pues, entre las personas consideradas como resilientes, y las no resilientes, radica en su capacidad de utilizar las habilidades que poseen para salir adelante, de asumir una actitud positiva frente a las adversidades y conservar la paz interior.

A ser resiliente, también se aprende.

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