El día de ayer la Selección Mexicana de Futbol jugó su último partido en la Copa Mundial celebrada en Brasil. Ni los aficionados aquí ni los miles que se desplazaron allá a apoyarlos, lo podíamos creer. Faltaban escasos minutos para lo que pensaron muchos sería la victoria mexicana, para que Holanda anotará dos goles y eliminara al conjunto verde.
En las redes sociales y los medios, el enojo se puso de manifiesto: que si no había falta, que sí si la había y no la marcó el arbitro, que si el jugador holandés fingió la falta, que si desde el primer partido México las tenía en contra, que si el arbitraje fue tendencioso, que si les robaron, etc.
La realidad, difícil de aceptar, es que se acabó el Mundial. Al menos por estas latitudes. Y probablemente haga falta algo más que liderazgo, algo más que trabajo en equipo, algo más que mentalidad ganadora, características que en su nota Mentalidad, clave del éxito, Nelson Vargas reconoció en la Selección Mexicana.
Es cierto que un liderazgo entusiasta y apasionado como el de Miguel Herrera, es clave en la motivación, sin embargo no fue suficiente para pasar a la siguiente ronda. Es cierto queel fútbol no es juego individual, sino de equipo, y que efectivamente vemos hoy unaselección más integrada.
Sin embargo, y si me lo permiten, lo ocurrido ayer me recordó la anécdota contada por Lorena Ochoa, en su libro Soñar en grande, sobre aquel torneo, en el que muy cerca del hoyo 18, una serie de pensamientos y recuerdos invaden su mente, y en 3 segundos, dice Lorena, cambia tu destino, pues una vez que "golpeas la pelota todo cambia, nada puede volver a ser lo mismo jamás".
Qué pasaría por la mente de los jugadores en ese descanso a escasos minutos de ganar el partido? Y cuando les anotan el primer gol, y luego ese penal? Qué pasaría por su mente, sentados en el avión, de regreso a México, con las manos vacías? Qué sentimientos surgirían en ellos?
Nadie lo sabe. Pero hay que dar, como señalan algunos, vuelta a la página. Aceptar, que pese a los esfuerzos realizados los resultados fueron, como en anteriores ocasiones, negativos a la selección, y que no queda más que aprender de lo vivido, seguir intentando, e insistir en la preparación no solo física, sino también técnica, psicológica -mental y emocional- de los jugadores, no sólo para la hora del juego, sino también para afrontar las adversidades y manejar el ESTRES, es decir su capacidad de RESILIENCIA, a partir de los siguientes:
- CONFIANZA JUSTA. Un nivel adecuado de confianza, pues la confianza es clave, pero en exceso, como quizá en el equipo mexicano, puede resultar en su contra.
- CAPACIDAD DE APRENDIZAJE. Aprender de los errores, tanto técnicos, como tácticos.
- RESPONSABILIDAD. Evitar buscar culpables. Reconocer áreas de mejora y oportunidad.
- CONTROL DE LAS EMOCIONES. Ni el enojo ni la desesperación ayudan ni cambian los resultados.
- OPTIMISMO Y ESPERANZA. Claves para continuar intentándolo y no estancarse en el fracaso.
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