La semana pasada recibimos la triste noticia de que la vocalista del Grupo Cranberries había fallecido. Dolores, cantante irlandesa de 46 años, murió repentinamente.
Ella sufría de dolores de espalda, motivo por el cual, recientemente la banda había tenido que cancelar algunas de sus presentaciones. Pero el dolor de la cantante era mucho más profundo: de acuerdo a notas periodísticas, habría sufrido abuso sexual en forma reiterada de niña, tras lo cual tuvo que lidiar a lo largo de su vida con trastorno bipolar y el consumo de alcohol.
Extraoficialmente, se cree también que la cantante podría haberse quitado en forma intencional la vida, con la misma droga que ha puesto en alarma a los Estados Unidos debido a las muertes asociadas a ella, el fentanilo. Aunque no se ha confirmado dicho hecho, la posibilidad existe debido a los antecedentes de dolor y por otro lado, su dependencia a las sustancias.
Su caso, como el de otros famosos y mucha gente que sin ser famosa sufre lo mismo, nos exige como sociedad, poner atención a los problemas de salud mental, que se gestan no solo en la infancia sino en todas las etapas de la vida; el abuso sexual, del que se ha hablado tanto últimamente debido a las acusaciones que bajo el hashtag #MeToo han emprendido diversas actrices, es uno de estos problemas, pues no solo quienes son abusados sufren problemas de salud mental, sino que también los abusadores cometen dichos actos debido a su precariedad.
Las adicciones, representan otro de los grandes retos en esta materia, junto con una aproximación más comprensiva al entendimiento y tratamiento del dolor crónico. No hacerlo, seguirá produciendo casos como los mencionados, y más. Es necesario hablar de todos estos temas, sin miedo y sin prejuicios, porque así como duele el cuerpo, duele el alma.
Descanse en paz.
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