Para quienes son padres, el regreso a clases de millones de
estudiantes de educación básica supone un alivio, pues para muchos de ellos el
tener a los “chicos” de vacaciones significa materialmente “no saber que hacer
con ellos”, particularmente los más pequeños a quienes hay que mantener
“entretenidos” y “en paz” (muchas mamás registran considerables grados de
estrés al tratar de mantener tranquilos a sus hijos) optando muchos de ellos
por inscribirlos a un curso de verano “para que aprendan algo nuevo”. Para las mamás que trabajan, esta opción se vuelve una necesidad.
Lo que pareciera ser el fin de los “problemas”, en realidad
resulta ser el principio, pues con el regreso a clases, el tráfico en la ciudad
se incrementa exponencialmente (te recomendamos leer en este blog Si está
estresado no maneje-12 recomendaciones para sobrevivir en medio del tráfico),
al menos en las primeras semanas el volver al horario y a la rutina resulta
sumamente complicado para los papas que les daban “chance” a sus hijos de
dormir más tarde, además de las actividades vespertinas, las tareas, los gastos
escolares, etc. Todo ello, sumado a la dinámica escolar que como todos sabemos,
se ve agravada por la situación del magisterio en las escuelas públicas, el
síndrome de Burnout que muchos de ellos padecen y tanto en éstas como en las
privadas, dos fenómenos que en los últimos años han llamado la atención y sobre
los cuales hoy día se realizan importantes esfuerzos: el fenómeno de la
violencia o acoso escolar, mejor conocido como bullying, y por otra parte, el
consumo y dependencia de sustancias, las adicciones.
Y más aún: el regreso a clases para miles de niños
sobrediagnosticados con “déficit de atención” (te recomendamos leer en este
blog Tu hijo tiene déficit de atención?) supondrá además un reto difícil, pues
además de tener (o no) dicho “déficit”, muchos de estos niños sufrirán a lo
largo de su vida el poseer esta etiqueta, minando su autoestima y su
aprendizaje.
El aprendizaje, el tema en esta ocasión, resulta pues una
tarea complicada en medio de este escenario que hemos descrito. Creer que el
aprendizaje se desarrolla “normalmente” a pesar de las circunstancias, resulta
un engaño y una omisión. Los niños hoy día sufren también importantes grados de
estrés, situación que en muchas ocasiones tiende a ser minimizada por los
padres que dirán a sus hijos “Tu problemas?? Problemas yo!! Que tengo que…” o
que sencillamente no tendrán tiempo para escuchar a sus hijos. Tales niños o
adolescentes tendrán que desarrollar ciertas habilidades para sobrevivir en un
medio, ciertamente difícil.
Cual es la preocupación entonces? Si tales circunstancias
harán que nuestros hijos se hagan “fuertes”, capaces de enfrentar las
adversidades? Pues que para muchos de ellos, el desarrollo de habilidades como
la confianza, la autonomía y la autoestima, no será algo tan simple.
Considerando además que como se ha demostrado, el estrés, particularmente de
tipo crónico, reduce las áreas del cerebro que tienen que ver con la atención y
la memoria – procesos indispensables para el aprendizaje -, debilitando además
los telómeros y la conexión entre neuronas, mejor conocida como sinapsis, entre
otras situaciones, la capacidad de aprendizaje de estos niños, adolescentes,
pero también universitarios y personas adultas (en las que además se requiere
un esfuerzo adicional y constante para conservar en buen estado el
funcionamiento de nuestro cerebro) se verá limitada.
Qué podemos hacer?
Si bien todo lo anteriormente descrito puede ser alarmante,
existen por supuesto elementos al alcance de tu mano que puedes empezar a
utilizar:
1.
Date a ti y a tus hijos tiempo para adaptarse a
la rutina. Los niños más pequeños requerirán generalmente mayor tiempo para
lograrlo. Se paciente y tolerante.
2.
Si es su primera vez en el colegio, la angustia
de separación puede también requerir de tiempo para superarlo. Te sorprendería
saber que muchas mamás se angustian más que los propios hijos cuando los dejan en la escuela?
3.
Mantén comunicación con la escuela y maestros.
Si trabajas, el suscribirte a la página del colegio y darte de alta en la lista
de correos te mantendrá informada de los sucesos generales. La mayoría de las
escuelas tienen horarios para atender a los padres, obtén una cita, aclara
dudas y crea una relación positiva con los maestros de tus hijos. Los maestros,
además de serlo, son seres humanos como tú.
4.
Si cambiaste a tus hijos de escuela en este
ciclo escolar, es importante que tanto tus hijos como tu se familiaricen con
las reglas y puedan hacer nuevas amistades. En la medida en que tus hijos lo
logren, el nuevo ambiente les será menos amenazante.
5.
Al menos las primeras dos semanas suspende las
clases vespertinas.
6.
Provee a tus hijos de un espacio cómodo y
tranquilo para hacer sus deberes escolares. Sea que tu estés presente, o sea
otra persona, no prendan la televisión, y recuerda: la tarea es del niño, no
tuya (o de la persona a cargo de su cuidado).
7.
Procura si trabajas, hablar con ellos durante el
trayecto a la escuela, a la hora de la comida y en todo momento posible. No te
limites a hacer preguntas sobre si cumplió o no con su tarea, interésate más en
saber cómo se siente, que observa, y que sucede alrededor de él o ella.
8.
Habla con tus hijos respecto a la utilidad de lo
que están aprendiendo en ese momento. El aprendizaje significativo ocurre
cuando al educando le hace sentido “eso” que está aprendiendo en su vida
diaria.
9.
Prepara o pide a quien te ayude prepararles un
lunch nutritivo. La comida chatarra, no solo contribuye a la obesidad, sino
también afecta su rendimiento intelectual.
10. Aunque
quieras “disfrutarlos” por la noche porque trabajaste todo el día, dormir
suficientes horas favorece también su capacidad de aprendizaje. Los niños
pequeños deben dormir 10-11 horas y los más grandes 8-9 horas.
Y por supuesto, técnicas de relajación como la respiración diafragmática y la relajación muscular progresiva, así como ejercicios para fortalecer su atención y memoria pueden ser enseñadas a niños y jóvenes para controlar el estrés y mejorar su desempeño en el aula.
Y por supuesto, técnicas de relajación como la respiración diafragmática y la relajación muscular progresiva, así como ejercicios para fortalecer su atención y memoria pueden ser enseñadas a niños y jóvenes para controlar el estrés y mejorar su desempeño en el aula.
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Imagen: freedigitalphotos.net
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