Hace unas semanas, un colega nuestro regresó de los Estados
Unidos, después de haber tomado un curso para certificarse como coach, más
decepcionado que entusiasmado por su
recién adquirido título, preguntándonos si de eso se trataba el coaching:
“ No es más que un método para hacer preguntas” nos dijo.
El curso, programado para cinco días, duró en realidad dos,
en los cuales nuestro colega psicólogo no sintió que dicho programa hubiera
acrecentado sus habilidades , pues comentó, la metodología utilizada es la
misma que cualquier psicólogo conoce y practica desde los primeros semestres de
la carrera. "Parece un método de administración por objetivos".
Dicha conversación nos lleva a escribir en esta ocasión
respecto al tema, el que efectivamente, en estos días, resulta ser la panacea
para abordar todas las situaciones del ser humano: el coaching. Pero ¿qué es
realmente y hasta dónde puede llegar?
Según la Federación Internacional de Coaches, capítulo
España, el coaching es “una
relación profesional que ayuda a lograr resultados extraordinarios, mediante el
cual la persona profundiza en su conocimiento, aumenta su rendimiento y mejora
su calidad de vida… el cliente elije el tema de conversación mientras el coach
contribuye con observaciones y preguntas… el coach toma como punto de partida
la situación actual del cliente y se centra en lo que éste esté dispuesto a
hacer…”
Hoy día, existen al menos una veintena de formas de
coaching, y creemos que la extensa proliferación que ha tenido, es sin lugar a dudas
un acierto mercadológico, pues no existe un valor sustantivo en la declaración
antes citada. Hoy tenemos, además del deportivo, “coaching personal”, “ontológico”,
“empresarial”, “de negocios”, “de equipos”, “de vida” “emocional”, “de sombra”,
seguido de un largo etcétera.
Algunos creen, que el coaching de vida y el coaching
emocional, ofrecen los mismos
beneficios que una psicoterapia, sin resultar tan “embarazoso”, pues para
muchas personas el “ir con un coach” es motivo de orgullo, pero no así el “ir
con el psicólogo” pues desafortunadamente todavía existen enormes prejuicios y
mitos respecto de esta práctica.
Uno de ellos, alude a la falsa creencia de que el coaching
es para las personas “normales”, “sanas e inteligentes” y que la psicoterapia
es para quienes sufren alguna “patología” o “trastorno”.
Otra falsa creencia es que la psicoterapia se orienta
SIEMPRE al pasado. No necesariamente. Depende del enfoque. Existen hoy día las
terapias breves, en las que la interacción entre el terapeuta y el paciente es
dinámica, siendo el enfoque e interés principal el aquí y ahora, y en el que
por supuesto, existen objetivos a alcanzar, que normalmente tienden a un mayor
autoconocimiento, bienestar, y salud tanto mental y emocional como física,
pues como ha quedado demostrado,
las primeras ejercen una influencia muy importante sobre la salud física.
Un tercer mito es que mientras la psicoterapia se orienta a
los problemas, el coaching trabaja con las potencialidades.
Al respecto, quisiéramos rescatar lo que señala la Asociación
Americana de Psicología (APA):
“En la psicoterapia, los psicólogos aplican procedimientos
científicamente válidos para la creación de hábitos más sanos y efectivos. La
psicoterapia cuenta con varios métodos como el cognitivo-conductual, el
interpersonal y otros tipos de terapia conversacional que ayudan a resolver los
problemas… Al concluir el tratamiento, no sólo habrá resuelto el problema que
le trajo a la consulta, sino que, además, habrá aprendido nuevas destrezas para
enfrentar con mayor efectividad cualquier desafío que pueda surgir en el
futuro”.
El coaching, por su parte, basado en un modelo de preguntas, espera
obtener respuestas que teoricamente existen en la mente del cliente, pero que
en realidad no modifican conductas, hábitos, actitudes, habilidades, etc.
siendo en el mejor de los casos, un punto de partida conceptual o cognoscitivo,
pero que no genera por sí mismo un cambio ni mejora. Cabe señalar además, que no todas las personas conocen estas respuestas, como supone el coaching.
Hemos escuchado a famosos coaches que han declarado que
“erraron su profesión”, pues estudiaron Arquitectura, o Ingeniería o Derecho,
pero que “lo suyo” es el trabajo con personas. Confiarías entonces la construcción
de tu casa, tus estados financieros o un proceso legal a un psicólogo? Verdad
que no?
A diferencia de un coach, un psicoterapeuta es por lo regular, un licenciado en
psicología que ha recibido una formación
y que ha sido instruido y entrenado a lo largo de por lo menos 8-10 años
en habilidades relacionadas no solo en la formulación de preguntas y el
establecimiento de objetivos, sino en una comprensión profunda de la mente, la
conducta humana y sus motivaciones.
Hemos leído también a coaches que sugieren a quienes estén
interesados en serlo, en “comprarse libros de autoayuda”, pensando que así
adquirirán ciertas habilidades. Qué error. La lectura por supuesto ayuda, pero no sustituye la formación, el entrenamiento y la práctica.
Conclusiones
Con lo anterior no queremos desacreditar la práctica del coaching, pero si, dimensionarla de una manera más realista y objetiva, pues
sin lugar a dudas existen coaches, particularmente en la escena deportiva, que
han conducido a sus equipos y entrenandos a niveles de desempeño
excepcional. De hecho, algunos de nuestros
modelos de intervención se basan en lo que hoy se conoce como coaching, pero
que OJO, no es privativo ni exclusivo de éste.
Para terminar esta nota, quisiéramos compartirte algunos de
los beneficios que tiene ir con un psicólogo:
Dependiendo de su especialidad, un psicólogo puede ayudarte
a
1)
Fortalecer tu autoestima y confianza
2)
Mejorar tus relaciones interpersonales
3)
Redescubrir tu potencial y habilidades para
enfrentar diversas situaciones
4)
Evaluar tus competencias
5)
Acrecentar tu capacidad de aprendizaje
6)
Entender el origen de conductas autodestructivas
y eliminarlas
7)
Mejorar tu salud física mediante la adquisición
de hábitos saludables
8)
Elevar tu capacidad para afrontar las
adversidades
9)
Superar las pérdidas
10) Mejorar tu capacidad de adaptación
11) Tener control sobre tu fisiología
12) Reducir la tensión
13) Apoyarte en programas nutricionales y de reducción de peso
Un psicólogo además, trabaja con niños, adolescentes,
adultos y personas de la tercera edad, por lo que su espectro de acción no se
limita a trabajar con alguno de estos grupos.
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