Día con día la cantidad de información que recibimos a través del Internet y otros medios es avasalladora. Según diversas estimaciones, un ejemplar de periódico contiene más información que todo el material que se podía leer en el siglo XV. Según el sitio Netcraft en marzo de 2012 existían 644,275,754 sitios activos en internet.
Con ello nuestros cerebros, se ven impuestos a registrar, procesar, organizar,
clasificar, interpretar, significar y por si fuera poco recordar, una gran
cantidad de nombres, cantidades, símbolos, conceptos, etc. que podrían aumentar también
exponencialmente nuestra desorientación y nivel de distracción.
Torkel Klinberg, profesor de Neurociencia Cognitiva del
Instituto Karolinska en Estocolmo, Suecia, y autor del libro The Overflowing
Brain, señala que de acuerdo a un estudio hecho en EU las distracciones en el
lugar de trabajo ocurren cada tres minutos, y quienes trabajan en una
computadora tienen por lo regular un promedio de ocho ventanas abiertas. Los
espacios abiertos, tan promovidos en los actuales entornos laborales, si bien
promueven la comunicación, son también una fuente de enormes distracciones para
quienes laboran ahí, que deben de permanecer “concentrados” en medio de
llamadas telefónicas, conversaciones, mensajes, y todo lo que en general sucede
en un entorno semejante.
Klinberg se refiere también a lo que ocurre cuando buscamos
información, que a diferencia de lo que hacíamos en el pasado –buscar en libros
o periódicos- hoy día las búsquedas en Internet suponen una tarea
considerablemente más compleja, pues es necesario sortear toda serie de
anuncios, ventanas emergentes, combinaciones de palabras que nos llevan de un
sitio a otro, y que si bien parecerían incrementar nuestro conocimiento, nos
llevan muchas veces, a perdernos en un océano de información verídica y no
verídica respecto a lo que queremos investigar.
La tecnología inalámbrica, por otra parte, nos permite hablar por teléfono,
mientras caminamos, conducimos o vemos televisión. Podemos mandar mensajes o
leer emails desde nuestro móvil mientras estamos en una junta o reunión,
trabajar en la pc, hablar por teléfono y ver la televisión
simultáneamente. Todo ello supone
importantes retos para nuestros cerebros que tienen que adaptarse continuamente
y que en ocasiones parecen no darse abasto.
A pesar de ello, el profesor Klinberg se confiesa optimista
respecto de nuestras capacidades.
Somos más inteligentes?
Un interesante descubrimiento es lo que se denomina “Efecto
Flynn” según el cual, las nuevas generaciones obtienen mayores puntajes en los
tests de inteligencia respecto de sus predecesores – alrededor del 3% por
década- .
Dicho incremento, si bien no puede encontrarse la causa
exacta, podría estar relacionado
con la demanda de atender a este enorme flujo de información.
Desde nuestro punto de vista, es probable también que esta
mayor inteligencia sea resultado de una mayor estimulación ( sí, las escuelas
de estimulación temprana tienen hoy día una considerable demanda), mayor interés
por parte de los padres en lo que se refiere al desarrollo general de sus
hijos, entre otros.
El papel de la atención
La atención es sumamente importante pues es a través de ella
que la información alcanza nuestro cerebro. Existen al menos tres tipos de
atención:
- La atención controlada, la cual utilizamos de manera consciente e intencionada cuando por ejemplo nos sentamos a leer un reporte
- La atención dirigida por un estímulo, que es un tipo de atención “involuntaria” hacia un estímulo el cual atrae nuestra atención, por ejemplo cuando volteamos al escuchar caer un vaso o una taza de café
- El llamado “arousal” o atención de radar, que se mantiene a la “caza” de estímulos. Tal tipo de atención nos permite estar alertas ante cualquier cambio en el entorno, sin embargo en extremo, hablamos de un estado de “hipervigilancia” que a la larga, afectan nuestro rendimiento.
La memoria
Una vez que la información alcanza nuestro cerebro y es
procesada, el siguiente paso es el almacenamiento de la misma, la memoria.
Existen también dos tipos:
- - La memoria de trabajo, que se refiere a nuestra
habilidad para recordar información por un periodo corto de tiempo, usualmente
segundos, la que nos permite recordar por ejemplo, qué estamos buscando (si tienes que regresar al lugar donde
te encontrabas originalmente para recordarlo, podrías tener problemas con este tipo de memoria)
- La memoria de largo plazo, que como su nombre lo indica, se refiere a la capacidad para recordar acontecimientos o información obtenida hace mucho tiempo (los adultos mayores suelen conservar mejor este tipo de memoria)
- La memoria de largo plazo, que como su nombre lo indica, se refiere a la capacidad para recordar acontecimientos o información obtenida hace mucho tiempo (los adultos mayores suelen conservar mejor este tipo de memoria)
De las dos, es la memoria de trabajo, la que nos permite
controlar nuestra atención. Entre mayor es nuestra memoria de trabajo, más
fácilmente ignoraremos las distracciones. Cuando nuestra memoria de trabajo se
encuentra disminuida, somos incapaces de distinguir la información relevante de
la irrelevante, por lo que seremos fácilmente presas de las distracciones.
Hacer dos cosas a la vez
El llamado multitasking, al cual nos hemos referido en este
blog, resulta en un conflicto para
nuestro cerebro, que tiene que dirigir su atención hacia dos o más estímulos,
que compiten en intensidad (no es casual que las mujeres, de quienes se dice
son capaces de realizar varias tareas a la vez, sufran también más estrés).
El info-estrés
Deberíamos aceptar incondicionalmente todo el flujo de
información con la esperanza de que esto nos hará desarrollar las capacidades
de nuestro cerebro? No necesariamente . Debemos siempre, señala Klinberg, estar
conscientes de nuestros alcances.
Creemos, que no es improbable que nuestro cerebro nos
mandase el siguiente mensaje: “La unidad está llena, inserte otra para
continuar la operación”.
Como hemos insistido, altos o sostenidos niveles de estrés,
afectan no sólo nuestra salud sino nuestro rendimiento, incluso nuestro cerebro
se ve afectado en áreas como la
atención, la memoria (de trabajo y la de largo plazo) y las conexiones entre
neuronas. Solemos decir en nuestros talleres “que allá arriba se va la luz,
cuando permanecemos mucho tiempo bajo estrés”.
Entrenar nuestro cerebro
Las alternativa para mantener nuestro cerebro funcionando
óptimamente son diversas. Como un músculo, debemos ejercitarlo continuamente a
través de:
- Buscar nuevos aprendizajes, por ejemplo aprender una nueva lengua
- Ejercicios de memoria
- Ajedrez
- Lectura
- Tocar un instrumento
- Bailar
Como hemos sugerido, la alimentación, el abstenerse de usar drogas, la actividad física y el identificar los
pensamientos negativos benefician también a nuestro cerebro.
Por último, el Neurofeedback, al cual nos hemos referido en
varias ocasiones en este blog, nos permite eficientar las capacidades de
nuestro cerebro, corrigiendo las anomalías existentes, y optimizando nuestro
nivel de funcionamiento global. Los dres. Michael y Lynda Thompson reportan,
que el uso continuado de neurofeedback permite a los entrenandos, como lo
señalamos anteriormente, incrementar sus puntajes de inteligencia, no de una
generación a otra, como el Efecto Flynn sugiere, sino en el mismo grupo de
entrenandos. Por medio del Neurofeedback, es posible mejorar la atención y
concentración, por medio de estímulos que refuerzan o condicionan las
capacidades cerebrales.
Si quieres aprender más de cómo alcanzar tu máximo
rendimiento, síguenos en este blog y visita nuestra página web
Referencia: Klinberg, T. The Overflowing Brain. Oxford University Press, 2009
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