La felicidad es algo que tenemos siempre en mente. Todos los
seres humanos anhelamos ser felices, seguramente te acordarás de esta película,
En Busca de la Felicidad, y de su protagonista, de quien por cierto hablamos ya
en Historias de Resiliencia en este blog, para el cual la felicidad es una meta a
alcanzar, es decir, que para algunos la
felicidad es eso de lo cual se carece, y pensamos que cuando consigamos ese
trabajo, cuando nos casemos (o nos separemos) cuando tengamos un hijo, etc. habremos
alcanzado la felicidad. Y entonces, uno de los primeros errores que cometemos
es dejar de vivir en el presente, anhelando llegar a ese escenario maravilloso
que hemos creado, pero que también en
ocasiones, creemos que llegará, aún sin esfuerzo alguno de nuestra parte.
El segundo error en el que solemos incurrir es pensar en la
felicidad asociada a cosas materiales. Te resultará interesante saber que algo
tan aparentemente fantástico como sacarse la lotería, puede hacer a una persona
“sumamente feliz”, pero al cabo de unos meses, dicha persona retornará a sus
niveles “normales” de felicidad. Incluso, hay para quienes sacarse la lotería,
representa un ataque al corazón, irremediable.
El tercer error es pensar en la felicidad y el placer como
sinónimos. Si bien las personas felices experimentan mayor placer y gozo, el
placer por sí mismo no genera la felicidad. Una diferencia importante es que el
placer es momentáneo, y usualmente material, mientras que la felicidad es algo
relativamente permanente, un estado de satisfacción general con la vida.
El cuarto error es pensar que podemos ser felices a costa o
en perjuicio de los demás, siendo por el contrario que se ha demostrado que
quienes experimentan mayor compasión y gratitud hacia los demás son también los
más felices. Tal es el caso de Matthieu Ricard, monje budista de origen
francés, a quien por cierto se le nombrara como “el hombre más feliz del mundo”.
Lo anterior, derivado de su participación en los estudios de imágenes cerebrales
y resonancias magnéticas funcionales dirigidos por el prof. Richard Davidson y
auspiciados por el Dalai Lama donde se demostró que quienes practicaban la
meditación y otras prácticas contemplativas, producían cambios positivos en la
corteza prefrontal de su cerebro.
Esto, resulta una diferencia importante respecto de las
personas que viven bajo estrés crónico, ya que como hemos mencionado
anteriormente, el ESTRÉS, mata neuronas y reduce las áreas del cerebro que
tienen que ver con la memoria y otros procesos cognitivos.
Pues bien aunque la
felicidad es algo complejo de definir, quisiéramos referirnos a algunas
características de ésta:
1)
Es una forma de ser, un ESTADO MENTAL, en el
cual nos sentimos SATISFECHOS con la vida en general.
2)
Es un DERECHO, todos tenemos el derecho a ser
felices, nadie nos lo puede impedir.
3)
Las circunstancias externas, solo influyen en
nuestra felicidad en un 10%
4)
No está sujeto
a las cosas materiales, pues si bien el ingreso nos ayuda a satisfacer algunas
necesidades básicas, reduciendo consecuentemente la angustia, la felicidad
SURGE DE NUESTRO INTERIOR y no de
nuestro exterior.
5)
Felicidad y PLACER NO ES LO MISMO, porque
podemos sentir placer, pero no ser felices, y esto es algo también importante,
ya que el placer es temporal y la felicidad es algo más duradero, pero
ciertamente las personas que son felices experimentan también mayor gozo ante
circunstancias simples.
6)
La felicidad AUTENTICA ES ALTRUISTA no es a
costa del otro, yo no puedo ser feliz haciendo infeliz al otro, sino por el
contrario, cuando soy capaz de hacer feliz a otra o a muchas personas, mi
capacidad para ser feliz aumenta.
7)
La felicidad ESTA EN NUESTRO CEREBRO, pues
cuando experimentamos felicidad nuestro cerebro produce neurotransmisores que a
su vez aumentan nuestro bienestar, seguridad y confianza.
8)
La felicidad ES BUENA PARA LA SALUD, pues se ha
demostrado que la felicidad disminuye el riesgo de enfermedades (nos enfermamos
menos), facilita nuestra recuperación cuando enfermamos e incluso alarga el tiempo de vida. Específicamente
nuestro ritmo cardiaco, funciona de manera armónica y rítmica cuando experimentamos sentimientos
de tranquilidad y paz asociados a la felicidad.
Finalmente la felicidad, el
optimismo, la esperanza aumentan nuestra capacidad para afrontar las
adversidades, esto que cómo hemos ya hablado en repetidas ocasiones, constituye
nuestra capacidad de resiliencia.
Si quieres aprender más sobre
cómo ser feliz, aumentar tu resiliencia y aprender a transformar el estrés en
energía productiva, te invitamos a suscribirte a este blog y dejarnos tus
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