Con profunda tristeza nos enteramos ayer a través de las redes sociales del atentado que ocurriera en una de las calles más famosas de Barcelona, Las Ramblas. Y digo tristemente, porque cada día se hace más y más cotidiano escuchar de terrorismo en nuestros días: lo mismo ocurrió en 2015 en París, en 2016 en Niza y Bruselas, y en este mismo año en Londres; y de igual manera, escuchamos de los actos de discriminación y violencia como el ocurrido hace tan solo unos días en Charlottesville, Virginia y hace también poco más de un año, a las afueras de un bar gay en Orlando, Florida.
Pero incluso en países como México, en donde como tal, no existe el terrorismo pero si la violencia, la cual se apodera día a día de las calles y la vida de las personas, hablar de RESILIENCIA se vuelve cada vez más importante.
Conozco Barcelona. He estado en dos ocasiones ahí y aunque por poco tiempo, suficiente para saber que a pesar de que a los catalanes no les gustan las turistas, son gente amigable y que uno se la pasa muy bien.
La primera vez que viajé a esta hermosa ciudad fue con mi esposo para celebrar nuestra "segunda" luna de miel. De ahí zarparía el crucero en el que viajaríamos al Mediterráneo. Tuvimos un par de días para dar una vuelta, extasiarnos con La Sagrada Familia, la excelsa obra inconclusa de Gaudí, pasear por el Barrio Gótico y desde luego caminar por el hoy lugar de la tragedia, Las Ramblas.
La segunda, hace dos años, viajamos en familia en un plan más de viajero que de turista: rentamos un apartamento cerca de la Avenida Diagonal, y nos instalamos ahí. Mis hijos, apasionados del fútbol insistieron en conocer el Camp Nou y me sorprendió lo mucho que saben de este deporte. Caminando, fuimos al Museo Nacional de Arte de Catalunya y desde la entrada pudimos disfrutar de una espléndida vista de la ciudad acompañada de los sonidos de un músico instalado a las afueras de este recinto.
De ahí, tomamos un camión que nos llevó al Poble Espanyol, que aunque también hay quien dice que es una pésima representación, a mi me parece que es un lindo lugar.
Estando en Montjuic, visitamos el castillo y tomamos el funicular (teleférico), y pudimos apreciar desde ahí otra bella vista de la ciudad.
De ahí bajamos por la ladera de esta montaña hasta la glorieta de Colón, al puerto y luego al Maremagnum.
Llegamos a la Barceloneta. Aunque no es lo "clásico" de un viaje turista, disfrutamos mucho poder estar en la playa, ver gente patinando sobre la acera y a muchas familias y grupos de amigos disfrutando el mar, la comida y alguna que otra bebida.
Creo que eso es lo que caracteriza a Barcelona: por muchos lados ví grupos de amigos y familias conversando, riendo, comiendo y divirtiéndose juntos. Creo que es una ciudad de la que te enamoras, no solo por el diseño de sus calles y la espectacular obra de Gaudí, sino por su ambiente, su clima y todo los elementos que la conforman.
El propósito de quienes perpetran estos actos es precisamente infundir miedo, terror en una sociedad que requerirá de mucha fortaleza para salir adelante. Creo que su propósito nace de la enfermedad del odio.
Pero como dijera el expresidente Obama, citando a Nelson Mandela, en el que hace unos días se convirtiera en uno de los tweets más compartidos:
Nadie nace odiando a otra persona por el color de su piel, sus orígenes o su religión. La gente APRENDE A ODIAR, y si puede aprender esto, también puede ser ENSEÑADA A AMAR. Y el amor, es mas natural al corazón humano que su opuesto.
Aprovechemos estos momentos de dolor, no para maldecir, ni para señalar a un grupo, ni para contribuir al pánico a través de las redes sociales. Por el contrario, busquemos reflexionar, hablar con nuestros hijos no acerca de la tragedia sino de la importancia de los valores y la compasión. Agradezcamos lo bueno que tenemos, como hiciera la gente que estuvo en Nueva York aquel 9/11 y mantengámonos en contacto.
Ora si quieres. El Dalai Lama ha señalado que quizá no sea suficiente para lograr la paz en el mundo sino que se requiere del esfuerzo colectivo de todos, pero hazlo si te sientes bien.
La fe, junto con la gratitud y la esperanza, han sido reconocidos como factores de resiliencia muy importantes para sobreponernos a la adversidad.
Y si puedes también, piensa en cómo puedes tú, desde tu trinchera, ayudar a crear una sociedad más justa, en la que nos odiemos menos y nos amemos más.
En estos momentos difíciles, puedes leer otros artículos sobre Resiliencia en este blog.
O puedes visitar nuestra página web
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